martes, 2 de octubre de 2012

¿Lo decantamos?. Esa es la cuestión...

A raiz de un vino que tomé anoche con un amigo, se me ocurrió el tema de esta nueva entrada del blog. He de confesar que hace años me apasionaba decantar los vinos y que lo utilizaba como si fuera el remedio de todos los males posibles, incluyendo aquellos que no tenían solución. Lo peor realmente es que me convencía de que el proceso de decantación era muy favorable y ni siquiera me planteaba la opción de no someter al vino a dicho proceso.

Esta tendencia mia fue cambiando con los años, hasta el día de hoy, en el que es muy difícil que me anime a decantar un vino salvo causa de fuerza mayor.



Muy bonito, pero no siempre es lo mejor.

Voy a dar mi opinión sobre este tema, dejando claro que sólamente es eso, una opinión, que trataré de razonar de la mejor manera posible teniendo en cuenta que las decisiones que tomo en lo que se refiere al vino suelen ser por sensaciones y no por reglas, axiomas, ni enrevesadas teorías científicas.

La decantación es un proceso que ayuda a la oxigenación de un vino, y que en teoría permite una más rápida evolución, una mayor complejidad aromática, y en ocasiones un redondeamiento del vino.

Mi experiencia es que muchas veces la decantación hermetiza el vino, lo encorseta, sobre todo si no se le da el tiempo suficiente. Hay decantaciones que son efectivas si se realizan durante muchas horas, y que resultan desastrosas si se pretenden hacer cuando el vino sale a la mesa. En mente siempre tengo los riesling alemanes de alta gama cuando son jóvenes, en los que una decantación breve sólo consigue hacerlos más pétreos, planos y desequilibrados.

Hay otro caso peor que es cuando el proceso de la decantación anula al vino, lo mata literalmente, lo deja sin fuerza, sin gracia y sin ningún misterio. Los partidarios de la decantación dirán entonces que el vino esta en el momento justo, que está abierto, redondo y muy disfrutable, mientras que en mi opinión pierde todo su carácter y todo su encanto.

Hay muchos problemas que prentendemos solucionar con la decantación, que vienen motivados por lo que a mi entender son malas prácticas a la hora de conservar, acondicionar y servir el vino. Entre ellas se encuentra el almacenamiento a condiciones de muy baja temperatura, que no se atempere antes de servir, no utilizar las copas adecuadas, no dejarlo reposar después de cualquier ajetreo, enfriarlo de golpe, servir a temperatura no adecuada etc...

El vino es delicado y más cuanto mayor sea su calidad y su finura, por lo que  cualquier error puede destruir sus matices, que son los que lo hacen grande. Así que cuando os enfrentéis a una buena botella, de esas que no se pueden tomar todos los meses, dedicarle su tiempo para sacar lo mejor de ella, pensarlo y no os precipitéis por querer acelerar procesos que son naturales y que requieren su tiempo, porque como dicen en Marruecos: "Prisa no buena amigo, prisa mata"

2 comentarios:

  1. César, yo diferenciaría lo que es una decantación -"Separar un líquido del poso que contiene, vertiéndolo suavemente en otro recipiente"- de lo que sería -y creo que tú vas más por ahí- una oxigenación que tiene como finalidad realizar una evolución más rápida del vino.
    En el caso de la decantación, cuando son sobre todo vinos viejos con depósitos, no hay otra y las hago siempre.
    En el caso de la oxidación soy más partidario de ver cómo evoluciona el vino en la copa.
    Pero para gustos,... ;)
    Abrazotes,
    Mario.

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    1. Hola Mario, totalmente de acuerdo con la puntualización. Cuando hay que separar posos prefiero la opción de de servirlo en la copa a través de un colador. Un abrazo.

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