miércoles, 24 de octubre de 2012

Los vinos del Jura. ¿La alternativa?

En un viaje que realicé con unos amigos este verano a la zona del Jura, nos planteábamos si los vinos de este singular paraje  podrían constituir una alternativa a unos vinos que nos apasionan, los vinos de Borgoña.

Nos gustan los vinos singulares, con personalidad, en el caso de los tintos, más bien ligeros, perfumados y  muy ágiles a la hora de beber. En el caso de los blancos, solemos buscarlos para comer y dada su versatilidad, los combinamos con los más diversos platos, encontrando a veces armonías maravillosas.

En el Jura, parte de estas premisas se cumplen y esto se une a que gran parte de los productores que visitamos trabajan de acuerdo a la filosofía de los "vinos naturales" en donde los aditivos son los menos posibles y se consiguen productos vivos, vibrantes y muy digestivos. Si además contamos con una relación calidad/precio impresionante, estamos ante la alternativa perfecta.

La botellas típicas del Jura, mejor en magmun...

El Jura se encuentra situado en el extremo oriental de Francia, cercano ya a Suiza. Esta localización permite un paisaje verde, muy verde, en el que se alternan los prados donde pastan las vacas de la raza Montbeliarde, productoras de leche para el mítico queso de Comté, y espesos bosques de hoja caduca que nos ofrecen una imagen bellísima. Entre tanto, hay espacio para el cultivo de la vid, que aquí es de aspecto salvaje y perfectamente integrada en el entorno. Los suelos suelen ser principalmente arcillo-calcáreos, y la caliza típica es del periodo Jurásico.
Una plaza de Arbois.

El paisaje verde, con la caliza Jurásica siempre presente.


Nos hicieron disfrutar.



Su cercanía con la Borgoña hace que sus suelos sean similares, y que las variedades típicamente borgoñonas sean plantadas también allí. De esta forma nos encontraremos con la Chardonnay y la Pinot Noir que producen vinos en algunos casos muy interesantes, pero es en las variedades autóctonas entre las que se encuentran, Poulsard, Trousseau y Savagnin donde apreciamos toda la singularidad de la zona:

La Poulsard, también llamada Ploussard en algunas zonas, es una variedad de grano grueso con poca intensidad colorante y que normalmente produce unos vinos ligeros de un bello color rojo que tiende al naranja, muy perfumados, con una boca ágil, golosa y cargada de matices.

La Trousseau o Bastardo es mucho menos habitual y produce unos vinos normalmente más estructurados y tánicos, con una aromática más frutosa y común, pero con un registro muy diferente al Ploussard a la hora de armonizar con comida.

La Savagnin, al igual que la Ploussard, es una variedad de grano grueso que transmite como ninguna las características de los diferentes suelos y que goza de una gran acidez y una bella estructura cristalina. Su máxima expresión la alcanza en los Vin Jaune, donde una crianza sobre velo actúa de forma casi mágica sobre el vino.

La experiencia fue que con estos tintos ligeros y de baja graduación alcohólica se disfruta de lo lindo, y que además son muy versátiles. Parar en una de las múltiples áreas de recreo y disfrutar de las terrinas, embutidos y quesos  de la zona acompañados de estos vinos te saca una sonrisa y te invita a contemplar el paisaje, con Château Chalon al fondo, las viñas, los prados y pensar que todo va bien, que todo está en su sitio.

Comer con un buen vino, disfrutando de esta imagen no tiene precio.
Château-Chalon.

Los blancos quizás son más nocturnos, de reflexión, la decadencia de la noche en contraposición  con el brillo de estos vinos, una cena más elaborada y una larga sobremesa de risas y momentos inolvidables.

martes, 2 de octubre de 2012

¿Lo decantamos?. Esa es la cuestión...

A raiz de un vino que tomé anoche con un amigo, se me ocurrió el tema de esta nueva entrada del blog. He de confesar que hace años me apasionaba decantar los vinos y que lo utilizaba como si fuera el remedio de todos los males posibles, incluyendo aquellos que no tenían solución. Lo peor realmente es que me convencía de que el proceso de decantación era muy favorable y ni siquiera me planteaba la opción de no someter al vino a dicho proceso.

Esta tendencia mia fue cambiando con los años, hasta el día de hoy, en el que es muy difícil que me anime a decantar un vino salvo causa de fuerza mayor.



Muy bonito, pero no siempre es lo mejor.

Voy a dar mi opinión sobre este tema, dejando claro que sólamente es eso, una opinión, que trataré de razonar de la mejor manera posible teniendo en cuenta que las decisiones que tomo en lo que se refiere al vino suelen ser por sensaciones y no por reglas, axiomas, ni enrevesadas teorías científicas.

La decantación es un proceso que ayuda a la oxigenación de un vino, y que en teoría permite una más rápida evolución, una mayor complejidad aromática, y en ocasiones un redondeamiento del vino.

Mi experiencia es que muchas veces la decantación hermetiza el vino, lo encorseta, sobre todo si no se le da el tiempo suficiente. Hay decantaciones que son efectivas si se realizan durante muchas horas, y que resultan desastrosas si se pretenden hacer cuando el vino sale a la mesa. En mente siempre tengo los riesling alemanes de alta gama cuando son jóvenes, en los que una decantación breve sólo consigue hacerlos más pétreos, planos y desequilibrados.

Hay otro caso peor que es cuando el proceso de la decantación anula al vino, lo mata literalmente, lo deja sin fuerza, sin gracia y sin ningún misterio. Los partidarios de la decantación dirán entonces que el vino esta en el momento justo, que está abierto, redondo y muy disfrutable, mientras que en mi opinión pierde todo su carácter y todo su encanto.

Hay muchos problemas que prentendemos solucionar con la decantación, que vienen motivados por lo que a mi entender son malas prácticas a la hora de conservar, acondicionar y servir el vino. Entre ellas se encuentra el almacenamiento a condiciones de muy baja temperatura, que no se atempere antes de servir, no utilizar las copas adecuadas, no dejarlo reposar después de cualquier ajetreo, enfriarlo de golpe, servir a temperatura no adecuada etc...

El vino es delicado y más cuanto mayor sea su calidad y su finura, por lo que  cualquier error puede destruir sus matices, que son los que lo hacen grande. Así que cuando os enfrentéis a una buena botella, de esas que no se pueden tomar todos los meses, dedicarle su tiempo para sacar lo mejor de ella, pensarlo y no os precipitéis por querer acelerar procesos que son naturales y que requieren su tiempo, porque como dicen en Marruecos: "Prisa no buena amigo, prisa mata"